¿Cuál es la cura más fácil, barata y rápida cuando sientes que el agotamiento se apodera de ti? El agua. La fatiga es, antes que todo, uno de los primeros signos de la deshidratación. Incluso una pequeña caída en los niveles de agua de nuestro cuerpo puede afectarnos seriamente.
Un estudio de la Universidad de Tufts ha indicado que una deshidratación moderada, que es la pérdida de sólo un uno o dos por ciento del nuestro peso corporal en agua, era suficiente para afectar nuestra habilidad de pensar. Si esto se convierte en una deshidratación a mayor escala, podría causar un desequilibrio en los electrólitos como sodio y potasio, que ayudan a las funciones de los músculos y del corazón.
La cantidad de agua que necesitas depende del nivel de actividad que realices, por ejemplo mientras se hace ejercicio usualmente se necesitan entre un vaso y vaso y medio de agua cada quince minutos; y del lugar donde vivas, ya que pierdes más fluidos en el calor y la humedad que el las alturas.
Los expertos afirman que las mujeres deben consumir once vasos de fluido cada día, aunque no todo tiene que ser agua. Cerca de ocho vasos pueden venir de otras bebidas, incluyendo café y té, y el resto de lo que comas. La sandía, los pepinos y la mayoría de frutas y vegetales son fuentes obvias, pero otras comidas pueden ser más húmedas de lo que pensábamos. La avena y los fríjoles, incluso un sándwich de pavo tienen al menos medio vaso de líquido.
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