Como nacidos de una tendencia minimalista y modesta, estos diseños evaden ornamentos en sus cortes, formas, acabados, texturas y costuras, al mismo tiempo que eligen como predominante un color claro que se asemeja al tono de la piel humana.
En ello reside su condición de naturalidad, lo que hace de las prendas que emplean telas en dicho tono una alternativa ideal cuando lo que se desea es proyectar liviandad, ligereza, relajación, sencillez e incluso humildad.
Con ellas también pueden armarse atuendos que den una apariencia de limpieza cuando no se incluye ningún otro color, o de elegancia si se logra un contraste mínimo empleando accesorios sin estampado y de un solo color, como el look de la derecha.
Algunos diseñadores han caído en la tentación de romper con la serenidad de lo atuendos totalmente en color beige añadiendo una prenda en color dorado, lo que da un giro a la tendencia que, sin dejar de lucir hermosa, la hace más portentosa e incrementa la sofisticación de su imagen.
Cuando esto ocurre, el atuendo está en orden siempre y cuando no se incluya joyería (o complementos grandes como sobreros) en un tercer color.
Foto: because im addicted
