Nuestros bebés nacen con ciertos reflejos, como parpadear, toser, tener hipo, estornudar, son reflejos anatómicos involuntarios en los que no interviene su pensamiento. A medida que crecen y los realizan de forma pensante dejan de ser reflejos y se convierten en acciones voluntarias.
Como cuando recién nacen no tienen la capacidad de razonar, casi todas sus actitudes tienen este tipo de características, y según los especialistas son respuestas primitivas que pueden evidenciar nuestros orígenes del reino animal, ya que estos los empleaban para defenderse de las hostilidades del mundo en el que vivían.
Esto responde a que ha quedado guardado en nuestro mapa genético, y se manifiestan el algún momento, ya que al nacer el ser humano no tiene su cerebro desarrollado. Por eso es que no debe resultarnos tan impresionante que a medida que pase el tiempo el bebé vaya perdiendo los reflejos como el de la marcha automática, que seguramente podrás ver en la primer consulta del pediatra, que te enseñará que el niño puede dar algunos pasitos cuando el hace que le tome los dedos con sus pequeñas manitas.
Esta pérdida de reflejos significa que el bebé está evolucionando correctamente y es muy importante que vayan desapareciendo de lo contrario el niño, nunca podría realizar acciones por sí mismo tales como agarrar, tomar algún objeto de manera voluntaria. El reflejo de succión es el único que no desaparece, pero pasa de ser un acto involuntario, a un acto que el niño realizará con el tiempo solamente cuando tenga hambre.
Foto: Gracias a *clairity*