Se denomina muñeco de apego a aquel juguete que acompaña a los bebés desde el principio, con el que suelen desarrollar un vínculo emocional, que perdura en el tiempo, aún cuando el mismo ya haya perdido muchas de sus principales características, como la suavidad y la textura.
Este objeto transicional, es un objeto material en el cual el bebé deposita una carga afectiva. Cumple una función psicológica muy significativa, ya que en general ayuda a que el niño aprenda a dormir solo, y la mayoría de las veces lo consuela en momentos de angustia.
En general, tiende a sustituir lentamente la seguridad y el placer que le brinda a un recién nacido estar permanentemente en brazos de su madre, al mismo tiempo que reduce el vacío que le genera esa etapa de transición entre la salida del útero (donde se hallaba físicamente contenido, abrigado y donde escuchaba los latidos de su madres como compañía) y la adaptación en el mundo exterior.
El bebé adopta un muñeco de apego cuando comienza a darse cuenta de que es un ser independiente de la madre, generalmente esto ocurre cuando se da la angustia del octavo mes. Le permite crear un área intermedia entre el bebé y otra persona o bien entre sí mismo y el entorno.
El objeto transicional es a la vez objetivo y subjetivo. Objetivo porque es un objeto real y subjetivo porque se le transfieren finalidades en el área de la imaginación. Es el primer peldaño en la construcción de la relación entre un yo y otro.
En la mayoría de las ocasiones el bebé elegirá por si mismo aquel muñeco u objeto por el que sienta más afinidad, y en general será la textura suave y agradable al tacto, el peso, el olor, la facilidad para manipularlo, lo que lo inclinen más a él.