La base de una crianza saludable se encuentra en el mantenimiento de una dieta variada y balanceada. A pesar de ello, en muchas oportunidades los niños, especialmente cuando son más pequeños, pueden rechazar algunos de los alimentos que se les ofrecen.
Los déficits de vitaminas son uno de los principales problemas a la hora de garantizar un estado nutricional completo. Por eso es importante conocer la relevancia de cada grupo vitamínico y todas las formas en las que pueden ser ofrecidas a los menores.
La vitamina E tiene función antioxidante, que ayuda a proteger los ácidos grasos. De esta manera, cuida al organismo de la formación de moléculas tóxicas resultantes del metabolismo normal como de las ingresadas por vías respiratorias o bucales; evita la destrucción anormal de glóbulos rojos, trastornos oculares, anemias y ataques cardíacos.
En este caso, como ocurre con casi todos las micronutrientes, debe ser ingerida porque el organismo no tiene la incapacidad de producirla por sí mismo
Los compuestos que forman parte de este grupo se pueden encontrar en alimentos como los aceites de origen vegetal, algunas semillas y las verduras en general, pero sobre todo en las de hoja verde.
Un plan de alimentación poco variado puede ocasionar una falta muy importante de estos nutrientes y producir severos trastornos en el organismo.
En la mayoría de los casos, si no se sospecha de una falta de vitaminas, es difícil el diagnóstico ya que los síntomas suelen ser confusos y se presentan de maneras diferentes según cada niño.
La mayoría de los síntomas se dan a nivel neurológico, donde se produce un deterioro progresivo, que se manifiesta con la pérdida de reflejos, temblores o falta de coordinación motora.
En todos los casos, la manera de prevenir y tratar esta enfermedad es manteniendo los niveles correctos de vitamina E.