Siempre que nuestro pequeño se enferma hay que recordar que no hay que automedicarlo, aún cuando las cosas parezcan insignificantes, siempre es mejor acudir al pediatra, quién nos dará las indicaciones correctas de como proceder.
Muchas enfermedades requieren de tratamientos con fármacos, y es necesario que antes de darle la medicina al niño, leamos detenidamente las indicaciones y el prospecto.
Allí se nos indicará como debe tomarlo, si es mejor dárselo antes, durante o después de alimentarlo, si se lo debe disolver en la leche, en agua o zumo, o dárselo directamente sin diluir, además de comentarnos las interacciones con otros medicamentos que el pequeño puede necesitar, por eso siempre hay que leerlas, y de esa forma evitar inconvenientes innecesarios.
También debemos tener presentes las contradicciones, que dejan en claro cuando no debemos administrar ese medicamento, ya sea porque puede traer complicaciones o agravar la enfermedad por alguna reacción alérgica.
Los efectos secundarios, siempre deben tenerse presentes ya que son los síntomas que pueden aparecer mientras dure el tratamiento, como náuseas, vómitos y somnolencia, generalmente son leves, pero si notaremos que no es así lo mejor es consultar con nuestro pediatra, sobre todo cuando son bebés, ya que una diarrea o vómitos, a consecuencia pueden deshidratar al pequeño y si los síntomas estuvieran relacionados con urticaria, o dificultad respiratoria, es necesario suspender el tratamiento y consultar inmediatamente con el pediatra.