La arcilla con la que se hacen los ladrillos es la que determina el color del producto final. Y es que diferentes composiciones de este mineral responden al fuego de una forma diferentes, haciendo que existan tonos en este material que van desde el amarillo hasta el rosa salmón, pasando por el rojo oscuro que es casi marrón. Y si se le agregan capas de otros materiales como piedra caliza o arena mientras que está en el fuego, también afectará su color y su textura.
Te recomiendo que manejes el color de los ladrillos de la misma forma como lo harías el de la pintura, el de las alfombras o el de las telas. Particularmente utilizando esa tonalidad para que encuentres otras que sean armoniosas. Por esto, el ladrillo que es de colores como el rosa, el salmón o el rojo intenso funciona bien con otros como los verdes fríos, los amarillos suaves y los diferentes blancos.
Mientras que aquellos que van más hacia los amarillos combinan muy bien con tonalidades neutrales como son los grises fríos o los marrones cálidos. Para estos tonos te recomiendo que busques diferentes tonos de grises que combinen muy bien con la clase de tonalidades tierra que tienen los ladrillos que usualmente se ponen en esta clase de espacios.
Si quieres que los ladrillos sobresalgan aún más en el espacio en el que se encuentran, te recomiendo pintar las paredes de un color que contraste bastante con el de ese material, para que la atención llegue aún más allí. También puedes incorporar algunos toques del mismo color de los ladrillos en otros lugares de la habitación, en algunas telas o en los accesorios.