Existen muchas investigaciones científicas y documentos que profundizan en las características y los beneficios de la lactancia materna en los niños, sobre todo de la importancia que este acontecimiento tiene para la formación de un organismo saludable en el futuro.
Sin embargo, no son tan populares las consecuencias positivas y la incidencia que trae amamantar en la salud de la madre.
La leche materna posee una gran cantidad de minerales, vitaminas, proteínas y otros factores de crecimiento que son vitales para el normal crecimiento y desarrollo de un recién nacido. La mayoría de los pediatras recomiendan su administración de manera exclusiva hasta los seis meses, para luego complementarse con la incorporación de alimentos sólidos variados. La Organización Mundial de la Salud aconseja alimentar a los bebés con la leche materna hasta los dos años de edad, para de esta manera explotar todo el potencial preventivo de esta actividad.
En el marco de una sociedad en continuo movimiento, donde las mujeres retrasan por elección la maternidad, en busca de una consolidación profesional y una estabilidad económica, los médicos resaltan la importancia que tiene la extensión de la lactancia materna teniendo en cuenta cuerpos femeninos que cursan su primer embarazo quizás después de los 35 años.
Amamantar mejora la complejidad y la salud de las madres, tanto a niveles físicos como psicológicos. En primer lugar, porque esta interacción con el niño le permite consumir más calorías, lo que ayuda notablemente en la recuperación del peso que se poseía antes del embarazo. A nivel metabólico, numerosos hallazgos médicos demostraron que puede ayudar a reducir el riesgo de sufrir diabetes tipo 2, cáncer de mama, cáncer de ovarios, artritis y la osteoporosis.
En cuanto a los aspectos psicológicos, el retraso de la maternidad encuentra mujeres más preparadas respecto de los procesos por los que el cuerpo y la mente atraviesan en esta instancia. Sin embargo, el nacimiento de un hijo puede alterar cualquier equilibrio preexistente y de todas maneras se puede sufrir la depresión postparto. Esta forma leve de depresión, que comienza entre tres y seis días después del parto, y puede durar seis semanas, se vincula con sentimientos provocados por los cambios hormonales (bajos niveles de estrógeno o anormalidades de la tiroides), fatiga y sueño interrumpido.
La lactancia también juega un rol importante para disminuir los efectos de estos procesos orgánicos que se suceden luego del nacimiento.