Antes de comenzar a elegir los cuidados que mejor le sientan a nuestra piel es recomendable averiguar qué tipo de piel tenemos ya que existen pieles secas que se descaman con facilidad, pieles grasas que denotan un brillo excesivo por la gran cantidad de sebo de nuestro organismo, pieles mixtas, que tienen ambas características mencionadas y las pieles sensibles, que requieren de tratamientos un poco más cuidadosos.
Nos detendremos en éstas últimas, las pieles sensibles, que no siempre se adaptan con facilidad a la gran cantidad de tratamientos de cuidados que nos ofrece el mercado, ya que se irritan con facilidad y padecen un sinfín de procesos frente a la exposición de los agentes externos a los que nos exponemos a diario.
Las pieles sensibles pueden ser secas o grasas, e inclusive muchas veces pieles mixtas, por eso elegir el tratamiento adecuado para evitar que se tornen rojas, o se manches es fundamental. Lo más propicio para que esto no suceda, es adoptar tratamientos suaves y delicados que estén formulados justamente para éste tipo de piel, los cuáles deben estar exentos de componentes como alcohol y alérgenos que pueden irritar la dermis con mucha facilidad.
Al momento de realizar exfoliaciones, las mismas deben ser con ingredientes suaves que permitan remover la piel muerta pero que no provoquen de forma imponente una gran abrasión, éste tipo de tratamientos en las pieles sensibles se debe realizar cada 15 días. Luego para tonificarla utilizaremos lociones o geles livianos que tengan componentes calmantes y que prevengan futuras irritaciones, sin tapar los poros y para hidratarla usaremos cremas de día que permitan lucirla cuidada, sin olvidar colocar crema hidratante de tratamientos nocturnos, para ayudar a regenerar los tejidos mientras descansamos.
Con éstos simples cuidados, las pieles sensibles no tienen porque verse enrojecidas, y podemos proporcionarle los mejores cuidados, sin la necesidad de lastimarla.