Cuando el niño recién nace y durante los primeros meses de su vida, solo se comunicará con el mundo que le rodea a través del llanto. Se podría decir entonces que, el llanto es el primer lenguaje del ser humano, antes de poder hablar. El lenguaje está íntimamente ligado a las redes neuronales del cerebro y éstas necesitan oxigenarse y recibir energía suficiente para poder evolucionar de la mejor manera y producir una correcta actividad bioeléctrica, teniendo como resultado final desarrollar las funciones neuropsicológicas del lenguaje y del habla.
En la actualidad hay muchos casos de niños que presentan retrasos en el habla y lenguaje y la mayoría deben su mal funcionamiento a la sobreprotección y engreimiento por parte de los padres, familiares y amigos que rodean a la criatura. Otros casos considerados de mayor importancia son de aquellos pequeños con dificultades para articular fonemas debido a un inadecuado posicionamiento lingual o por tener frenillo sublingual. Estas situaciones crean problemas limitando la capacidad de articulación al momento de pronunciarse los fonemas, debiendo asistir a Terapia de lenguaje.
Cuando ocurren retrasos en el habla y lenguaje pueden deberse también a que la actividad bioelectrica del cerebro no está funcionando de forma óptima y se hace necesario visitar a un neurólogo para que diagnostique la raíz del problema.
Por todo lo anterior, se recomienda a los padres estimular el lenguaje desde la gestación, siempre se debe hablar y cantar al pequeño antes de nacer, establecer una rutina y tanto el padre como la madre deben tener un tiempo en el día para dedicarle a su bebé.
Cuando nace, la estimulación debe continuar y ser más asidua, despertando el interés del niño por la lectura a través de cuentos, relatos y de algunas revistas. Tomarse una hora del día para compartir con su hijo realizando cualquiera de estas actividades incrementara su motivación desarrollando su sistema cognitivo, su capacidad de comprensión y su razonamiento verbal.